La Bella y la Bestia (La Belle et la Bête en francés) es un cuento de hadas tradicional francés. Narración de la que hay múltiples variantes, su origen podría ser una historia de Apuleyo, incluida en su libro El asno de oro (también conocido como Las metamorfosis), titulada «Cupido y Psique». La primera versión publicada fue obra de la escritora francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, en 1740, aunque otras fuentes atribuyen a Gianfrancesco Straparola la recreación de la historia original, en 1550. La versión escrita más conocida fue una revisión muy abreviada de la obra original de Villeneuve, publicada en 1756 por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. La primera traducción se hizo al inglés, en 1757.1 Existen muchas variantes de la historia en toda Europa.2
La versión de Beaumont es la que goza de mayor fama, siendo ésta la
base de casi todas las versiones o adaptaciones posteriores.
Crepúsculo (en inglés: Twilight) es una serie de cuatro libros escritos por la estadounidenseStephenie Meyer.
Meyer ha pasado a ser una de las escritoras de novela fantástica con
más ventas en todo el mundo, gracias a una serie de novelas que se
inició en 2005 con la historia de "Crepúsculo", a la que seguirían "Luna
Nueva" (2006), "Eclipse" (2007) y "Amanecer" (2008). La serie de
"Crepúsculo", cuya primera obra literaria fue llevada con éxito al cine
(en 2008), ha sido traducida a más de veinte idiomas. Los libros,
enmarcados dentro de la fantasía romántica, narran la historia de amor
entre una chica mortal (Bella) y un vampiro (Edward).1
Los libros están narrados, casi en su totalidad, por Bella; el epílogo de Eclipse y una parte de Amanecer están narrados desde la perspectiva de Jacob Black.
Meyer, la autora de la serie, lleva varios años elaborando la quinta
parte, libro que narra la misma historia de Crepúsculo desde el punto de
vista de Edward. Debido a la filtración en Internet de los doce
primeros capítulos, Stephenie Meyer suspendió el proyecto por tiempo
indefinido, sin embargo, publicó de manera oficial el borrador con los
capítulos filtrados.2
El 5 de junio de 2010, Meyer publicó una novela corta compañera de la serie Crepúsculo titulada La segunda vida de Bree Tanner,3 historia que relata el mundo de los neofitos a través de Bree, una chica que tuvo una breve aparición en Eclipse.45
El
cinematógrafo nació en plena época industrial. Los hermanos
Lumiére, que
llevaban varios años en su invento y habiendo filmado ya más de un centenar
de películas de un minuto, se decidieron a enseñar su invento al pueblo de
París. Lo presentaron con temor, pues nunca tuvieron excesiva confianza en
sus posibilidades artísticas ni menos económicas. Tras muchas negociaciones
con diferentes locales, incluido el Folíes Bergéres, encontraron un sencillo
local decorado al estilo oriental, el Salón Indio del Gran Café del
Boulevard de los Capuchinos. Los Lumiére prefirieron una sala de reducidas
dimensiones en razón de que si era un fracaso, pasaría inadvertido. El día
de la representación, considerado oficialmente como el primer momento de la
historia del cine fue el 28 de diciembre de 1895. Tal y cómo pensaron los
organizadores, el primer día no fue especialmente extraordinario, pues
acudieron solamente 35 personas. Bien cierto es que tampoco la publicidad
fue excesiva y el cartel realizado a la rápida no fue muy significativo. Los
Lumiére tuvieron la precaución (Gubern, 1989) de pegar en los cristales
del Grand Café un cartel anunciador, para que los transeúntes
desocupados pudieran leer lo que significaba aquel invento bautizado con el
impronunciable nombre de Cinématographe Lumiére. La explicación,
impresa en letra cursiva, resulta hoy un tanto pintoresca y barroca: «Este
aparato -decía el texto- inventado por MM. Auguste y Louis Lumiére, permite
recoger, en series de pruebas instantáneas, todos los movimientos que,
durante cierto tiempo, se suceden ante el objetivo, y reproducir a
continuación estos movimientos proyectando, a tamaño natural, sus imágenes
sobre una pantalla y ante una sala entera.». Según Georges Mèliés, que
asistió a aquella función primera pues regentaba un estudio fotográfico en
París y había tomado parte en algunas de las negociaciones para encontrar la
sala, aunque al principio el ambiente era de gran escepticismo, cuando los
espectadores vieron moviéndose los carruajes por las calles de Lyon,
quedaron, cita Gubern, petrificados «boquiabiertos, estupefactos y
sorprendidos más allá de lo que puede expresarse»